Ricardo Coler, jurado del Premio Heterónimos de Ensayo, conversa con Soledad Vallejos acerca de la poligamia en una entrevista para La Nación a propósito de su libro Hombres de muchas mujeres.
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¿Es posible estar enamorado de una, y pasar la noche con otra? ¿Cuáles son los riesgos? Y, lo más temido tal vez: ¿Qué pasa cuando la fantasía se convierte en realidad? Si bien asegura el médico y fotógrafo Ricardo Coler que «la poligama está sumamente extendida y más de la mitad de los hombres, en alguna oportunidad, han mantenido relaciones con dos o tres mujeres al mismo tiempo, culturalmente es preferible ser discreto». Entonces, como es su costumbre, emprendió un viaje con la idea de visitar comunidades polígamas africanas. Dialogar con sus habitantes, escuchar lo que piensan, observar cómo se relacionan. Por eso eligió darle la palabra a los que viven con tres o cuatro esposas para que «nos cuenten de manera oficial» cómo funciona.
-Visitaste y conociste las intimidades de distintas familias polígamas. ¿Te encontraste con algo que escapara de los preconceptos que tenías?
-Hay algo que las familias poligámicas me dejaron en claro y es que nuestra sociedad también es poligámica. Ellos se ríen de nosotros. Me preguntaron si en nuestro país los hombres tienen amantes estables. «Algunos sí» -les respondí. «Entonces también son polígamos. Que lo mantengan en secreto no cambia la cuestión fundamental: son hombres que comparten su vida intima con más de una mujer. La diferencia es que nosotros somos más honestos, no le mentimos a las mujeres. Ustedes no son menos polígamos que nosotros.»
-Lejos de lo que imagina el común de los occidentales, la poligamia no se encuentra sólo en lugares exóticos.
-Uno de los grupos de polígamos más numerosos está en el corazón de los Estados Unidos. Pueblos enteros como Colorado City o Hildale están habitados en su totalidad por polígamos. Aunque la poligamia es ilegal, la justicia americana no puede resolver el tema. Algo similar ocurre en algunos lugares de Canadá y México. Son mormones fundamentalistas, que siguen al pie de la letra las indicaciones de Joseph Smith -el fundador del mormonismo- y que no aceptan las reformas que se hicieron luego de su muerte.
-¿Qué tan sobrevalorado está el harén en la fantasía de los hombres?
-Todos los hombres en algún momento hemos tenido la fantasía del harén: muchas mujeres para nosotros solos. Pero esa ilusión de paraíso desaparece de inmediato cuando uno conoce a alguien que realmente tiene un harén. Pasado el primer momento, cuando esos hombres se cansan de contarnos sus hazañas, lo único que hacen es quejarse. Viven esquivando a sus mujeres, buscan quedarse solos. La cara de agobio que tienen hace que nos replanteemos los beneficios de convivir con más de una.
-¿Cuál es el principal conflicto que enfrenta el polígamo?
-El polígamo oficial y declarado debe mantener el equilibrio del hogar. Para que su familia funcione debe ser equitativo con todas las esposas. La sexualidad es sólo uno de los aspectos a tener en cuenta. Debe escucharlas a todas, estar al tanto de sus problemas, ser cariñoso aunque no quiera y mediar cuando algún conflicto se presenta, algo que ocurre con cierta regularidad.
El polígamo no oficial, el que vive en nuestras tierras, también debe mantener una agenda. Eso significa correr de un lado al otro, hacer malabares con los horarios y tratar de que nadie salga lastimado. Y atención, cuando uno habla sobre lo terrible que es para las mujeres la poligamia siempre está pensando en las esposas y olvida que las amantes también son mujeres. Mujeres sin ningún tipo de derecho a pesar de haber compartido buena parte de su vida con el mismo hombre. En eso las poligamias oficiales son más justas.
-¿Hay que ser un macho alfa para mantener contento a todo el harén?
-El macho alfa se queda sin aliento al poco tiempo creyendo que es el líder del grupo. A la larga termina sometido por sus mujeres. Es un trabajo agotador mantener el equilibrio y que pase el tiempo sin ser acusado de herir el sentimiento de sus esposas. Esa es la única manera que una familia poligámica funcione. También está el otro tipo de marido poligámico, aquel al que no le importa absolutamente nada y que a la primera queja deja la habitación de la esposa para irse a la de otra de sus mujeres. Esas familias son un verdadero infierno. Si lo pensamos un poco, es lo mismo que ocurre en algunas parejas monogámicas.
-¿En qué se diferencia un harén de un matriarcado?
-En el matriarcado la mujer elige con quién pasa la noche, un día puede hacerlo con uno y al siguiente con otro, sin compromiso. Ella cambia de pareja todas las veces que quiera pero cuando se enamoran, el hombre y la mujer se vuelven exclusivos. Sin embargo, cuando las mujeres mandan prefieren evitar el matrimonio. No quieren juntar la sexualidad, el amor, la pareja y la familia como en las sociedades patriarcales. Dicen que es una mezcla que no funciona. Ellas quieren vivir siempre enamoradas, por eso no se casan.
-¿Cómo es la relación entre las mujeres del harén?
-Visité muchas familias polígamas, y cuando las mujeres se llevan bien la pasan fenómeno. Son como un grupo de amigas que soportan entre todas lo que los varones tenemos de insoportable.
-¿Cómo y por qué se manifiestan los celos en las familias polígamas?
-Mientras escribía el libro me preguntaba ¿cómo hacen las mujeres que saben que sus maridos tienen amantes para seguir con el matrimonio? Descubrí que las mujeres desarrollan un mecanismo fantástico para sufrir lo menos posible: con el tiempo los dejan de querer. No sienten por ellos lo que sentían antes y eso trae dos consecuencias importantes. La primera es que los celos se apaciguan, el marido no les importa tanto. La segunda es que confirman que todo en la vida no se puede. El marido tendrá una amante pero vive con una mujer que no lo quiere o al menos no como a él le gustaría que lo quieran. En la poligamia pasa algo parecido. Si el marido les importa, los celos son una tortura, una condena diaria. Cuando el marido no es alguien deseable los celos ya no son tan graves.
-¿Amor y poligamia pueden ir juntos?
-Hay que tener en cuenta que para casarse, tener hijos y vivir toda la vida con alguien no hace falta estar enamorado. Los ejemplos están a la vista y son muchos. Quizá por eso, aunque parezca increíble, muchas familias poligámicas son bastante más sólidas que las nuestras. Forman un equipo con muchos hijos con lazos de afecto entre sus miembros, que se muestran orgullosos de pertenecer al grupo. Pero el amor, tal como lo conocemos nosotros, es siempre una relación de a dos. Con más de dos es posible la sexualidad, la pasión y el cariño pero no el amor. Con esto no estoy diciendo que la relación amorosa sea siempre fantástica ni mucho menos para todo el mundo. Es una elección para la que hay que tener mucha suerte.