José Alejandro Pérez M. escribió para el portal de noticias El Colombiano sobre la relación de los chicos con el arte, y para eso conversó con la directora de educación en el Museo de Arte Moderno de Medellín, Vanessa Acosta. «Más importante que decirle al pequeño que al mezclar amarillo y azul se obtiene el verde», dice Acosta, «es dejarlo que vaya descubriendo eso, que lo experimente, lo descubra».
…
Apreciar, desarrollar el sentido del goce estético, involucrarlos con las diversas manifestaciones artísticas, disfrutarlas y preguntarse por ellas y por sus significados, es un proceso que se desarrolla en las personas casi desde su concepción.
La estimulación y el acompañamiento que se les brindan a los niños es fundamental para que desde este estado del desarrollo puedan asumir el arte como algo que hace parte de su proceso de formación y crecimiento personal.
Pintura, escultura, música, video, instalación o cualquier otra forma de manifestación artística representa una oportunidad para que comiencen a entender e interpretar el mundo desde diferentes visiones, a aceptar las versiones de otros sobre la realidad que están viviendo, y a establecer relaciones con su propio entorno.
Exploración y relación
Acercar los niños al arte es un proceso que, como señala la directora de educación en el Museo de Arte Moderno de Medellín, Vanessa Acosta, comienza casi desde la misma concepción del niño: “a través de la estimulación con el sonido, con el color, e incluso con la palabra; es un proceso muy importante”.
Explica ella, docente en la licenciatura en educación artística y cultural en la Universidad San Buenaventura, que antes que inducir al niño en una técnica específica se les debe dar en sus primeros años la oportunidad de conocer los diversos lenguajes artísticos: el sonido, el color, lo gráfico, lo pictórico; para que ellos puedan explorar y llegar a crear, conociendo materiales.
“Muchas veces cuando al niño se le acerca a las artes se le pide que conozca una técnica específica, y es importante que antes pueda explorar y encontrarse como en la diversidad de los lenguajes. Descubrir también cuáles son sus fortalezas: si es expresiva corporal, o si es expresiva gráfica. Más importante que decirle al pequeño que al mezclar amarillo y azul se obtiene el verde, es dejarlo que vaya descubriendo eso, que lo experimente, lo descubra”, anota la directora de educación del Mamm.
Plantea, además, que el niño vea el arte a través de muchos lenguajes, bien sea a través del video o quizá de una experiencia escénica, o unas imágenes.
La mirada del niño
Para los niños es fundamental la forma como se relacionan con su entorno. “Con una pintura de un artista que muestre un parque o una plaza, por ejemplo, ellos pueden establecer una relación quizá con el parque en el que juegan, o al que fueron a comer un helado con sus papás”, dice Acosta.
Una pintura también pueden relacionarla con un sonido, con un cuento, con un dibujo.
En este sentido, el maestro en artes plásticas de la Universidad Nacional sede Medellín, Alejandro Castaño, considera que es importante que a los niños, desde muy pequeños, se les incite a la observación, a mirar su entorno, porque de esa mirada también es posible desarrollar aprecio y gusto por la actividad artística.
Una escultura, dice, puede inspirarse en la observación de un caracol o de un molusco. “A los niños hay que abrirlos a observar, a sentir, a tomar una posición frente a aquello que los rodea”, añade.
En la primera infancia, más que técnicas, se debe permitir que el niño manifieste con qué lenguaje se interesa: “Él se acerca a lo que le llama la atención”.
Así, una vez identificado ese interés, algo que sí debe hacerse es proporcionarle las herramientas, los materiales necesarios que le permitan desarrollar la expresión artística que más le gusta.
En su concepto, una ventaja que tienen los niños frente a los adultos cuando de apreciar el arte se trata, es que ellos llegan a las cosas por afectividad, “por intuición, porque sí”, mientras que el adulto arriba siempre con el concepto del porqué o el para qué, que los pequeños aún no tienen, y eso los hace incluso a veces más dispuestos a asimilar los conceptos.
El goce estético en los niños, señala Vanessa Acosta, “es espontáneo y sincero, sin prejuicios. El niño no tiene pelos en la lengua” cuando de referirse a cualquier manifestación artística se trata. Para ellos es bonito, feo, les gusta o no.
Con los niños es importante involucrar todos los sentidos posibles en su exploración sobre el arte. Por eso Alejandro Castaño afirma que ojalá cuando visiten un museo, en la medida de lo posible también puedan, por ejemplo, tocar. “Que sientan el mármol o el bronce frío, que sientan la textura de la madera, si de esculturas se trata”.
Acercarse al arte no tiene por qué ser un proceso aburrido. Cuando se conecta con las experiencias del niño, se convierte en una motivación para saber más.