Lucas Misseri es parte del comité de lectura del Premio Heterónimos de Ensayo, y estuvo contestando algunas preguntas que le hicimos a propósito del concurso. «La lectura», dice, «forma parte de mi vida de un modo integral y atraviesa casi todas las esferas de ella. Leo por trabajo y leo por placer. Leo para entender y leo para escribir.» Por acá, todas sus respuestas.
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1. ¿Cuáles son tus autores o libros preferidos?
Esta es una pregunta que me he hecho a mí mismo muchas veces. Tengo dos respuestas posibles: una diacrónica y una sincrónica. En términos más sencillos, una por las etapas significativas de mi vida y otra por el conjunto.
La primera tríada diacrónica la componen las historietas de Ásterix de Goscinny y Uderzo, los Cuentos de la Selva de Quiroga y las Aventuras de Sherlock Holmes de Conan Doyle. Si bien pasan los años, esos tres textos siguen evocando bellos recuerdos en mi mente.
En segundo lugar, mi tríada sincrónica la constituyen tres autores a los que he vuelto en varios momentos de mi vida y que, tras muchas lecturas, los siento como viejos “amigos”. Estos son Platón, Milan Kundera y Amélie Nothomb.
Si me pongo a pensar en libros en lugar de autores estaría tentado de incluir República de Platón, Utopía de Tomás Moro o Los Viajes de Gulliver de Swift. No obstante, si pienso qué único libro me llevaría a una isla desierta (en la que no hubiera electricidad), éste sería un diccionario enciclopédico. Desde muy chico disfrutaba hojeando miles de nombres desconocidos, países exóticos, etnias del pasado y conceptos que me permitieran viajar con la imaginación.
2. ¿Cuánto leés por día?, ¿tenés algún régimen o programa de lectura? ¿Dónde leés?
Nunca se me ocurrió cuantificar cuánto leo por día pero sí por año. Desde los trece años (hoy tengo treinta y dos) llevo un registro de todos los autores que he leído. Al momento de responder esto llevo leídos 1261 autores distintos de 76 países diferentes, o sea un promedio de 78 autores nuevos por año.
La lectura forma parte de mi vida de un modo integral y atraviesa casi todas las esferas de ella. Leo por trabajo y leo por placer. Leo para entender y leo para escribir. Por cada artículo breve que escribo leo una gran cantidad de textos. A veces es necesario leer en detenimiento una sola fuente, pero incluso cuando es así leo también comentaristas y rivales del autor en el que estoy interesado.
En cuanto al lugar de lectura, mi mujer dice que tengo un don y es el de poder leer en cualquier lado. No sé si es tan así, pero he comprobado que al momento de leer es como si el mundo a mi alrededor se detuviera o se viera cubierto por un gran muro silenciador. Esto me permite, por ejemplo, leer en cualquier medio de transporte. Hasta llegué a leer caminando, pero no lo recomiendo, para eso son mejores los audiolibros.
3. ¿Cómo leés? ¿Subrayás, anotás, marcás páginas?
Antes de iniciarme en la investigación solía tener una veneración sacrosanta por las hojas del libro. Me angustiaba ver cómo la gente no sólo escribía sobre ellas sino hasta las doblaba en lugar de usar señaladores. No obstante, eso cambió exponencialmente.
Ahora, leo escribiendo. Esto implica marcar, subrayar, dibujar, hacer redes, escribir palabras claves, etc. Mis lecturas se dividen entre libros tradicionales y digitales. Si son textos para el trabajo casi siempre les hago una pequeña ficha con referencias, y algunas citas destacadas. Si el libro me parece especialmente relevante intento añadir un breve resumen de por qué es relevante.
4. ¿Qué buscás a la hora de leer una ensayo?
Una idea motivadora y una exposición clara pero a su vez libre.
¿Qué quiero decir con esto? En principio, que tras leer el ensayo mi visión del mundo se haya visto o desafiada o enriquecida, o ambas. Con “forma clara pero a la vez libre” quiero decir, que el autor me invite a pensar su idea de un modo simple, pero sin que por ello se limite a alguna forma o canon estricto. El balance puede ser difícil, si uno lee los primeros ensayos de Montesquieu o Bacon encuentra dos estilos interesantes que apelan a una mezcla entre tradición, experiencia personal y nuevas ideas. Ese balance es muy difícil de encontrar, pero ahí radica el desafío que lo hace interesante.
5. ¿Tenés alguna manía a la hora leer?
Llevar un registro de las lecturas es algo que se fue convirtiendo un poco en una manía. Por un tiempo deseaba no repetir autores, o incluso no repetir lecturas. Luego me di cuenta que eso dañaba mi formación así que lo suprimí y me permití releer autores que me gustaran o me parecieran especialmente relevantes.
Mi última manía es forzarme a leer lo más que pueda en otros idiomas. Al momento sólo puedo leer en inglés, francés e italiano con una baja dificultad y estoy intentando dar mis primeros pasos con el alemán. Esto último es frustrante y motivador al mismo tiempo. Frustrante porque el tiempo de lectura es extensísimo, motivador porque cada nueva relación entre palabras es una fiesta. Por ejemplo, cuando aprendí que en alemán si alguien se despide por teléfono no dice auf Wiedersehen (hasta que nos volvamos a ver) sino auf Wiederhören (hasta que nos volvamos a escuchar), estuve contento una semana entera.
6. ¿Qué decide que un ensayo sea un buen ensayo?
Es una pregunta complicada, creo que intenté dar algunos criterios cuando respondí a qué espero de un ensayo. Quizás mis expectativas en ese caso fueron muy altas, porque lo que espero de un ensayo es que sea bueno.
Ahora bien, hay un aspecto subjetivo en mi anterior respuesta. Por eso podría intentar pensar aquí un aspecto sino objetivo al menos intersubjetivo. Creo que hay tres factores clave: uno formal, uno convencional y uno epocal.
El aspecto formal se refiere a que el ensayo esté escrito correctamente. Esto implica ausencia de faltas de ortografía, puntuación adecuada y una organicidad interna. Esto es, una cierta coherencia interna en lo que se está diciendo de principio a fin. No importa que haya excursus, siempre y cuando el propio autor se dé cuenta de que los hay. En caso contrario, esas interferencias o “ruido” pueden impedir que se escuche la voz del autor.
El aspecto convencional tiene que ver con el hecho de que los lectores, y en el caso de un concurso, los jurados, tengan alguna clase de criterio común. Esto puede ser garantizado por la formación de los mismos, la exposición a estímulos culturales afines, o incluso por consignas claras por parte de los organizadores.
El aspecto epocal es el de los lectores en general e implica que el ensayista tenga una conciencia de su propia época. Esto quiere decir, que sea consciente de los discursos que permean su tiempo, de las necesidades o al menos de las convenciones vigentes – no importa si es para cumplirlas o romperlas.
Encuentro que estos tres aspectos permiten que un ensayo sea considerado bueno en un tiempo determinado. Pero esto no garantiza que lo sea por siempre, lo mismo que aquellos no considerados buenos hoy pueden ser los buenos de mañana – por el aspecto epocal de la valoración.
7. ¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de emprender un ensayo?
Creo que hay dos preguntas que pueden ser orientadoras, aunque no me considero a mí mismo un ensayista sino un mero lector. Estas dos preguntas son: Primero ¿qué quiero decir? Esto es, la motivación entre el autor y su texto a la que me referí como “la idea”. Segundo, ¿puede alguien además de mí entender lo que estoy escribiendo? Ésta se refiere a la compleja relación entre claridad y libertad que mencioné arriba.
En fin, creo que cualquiera que se plantee estas dos preguntas con sinceridad tendrá éxito a la hora de escribir un ensayo interesante. De los tres factores que antes referí dependerá si es bueno o no.