«Así como comer, dormir o caminar, el arte se vuelve en una parte esencial de la vida del niño. No solo porque se desarrolla de manera natural o innata desde que es muy pequeño, sino porque, a medida que va creciendo, lo sensibiliza y le permite desarrollar un criterio propio y conocer diferentes puntos de vista.» Karen Johana Sánchez escribe sobre arte e infancia y destaca la importancia de sus aspectos lúdicos. El texto completo, por acá.
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Disfrazarse, cantar, bailar, pintar paredes son para un niño expresiones artísticas. Con ellas demuestra lo que siente, piensa y sueña.
Si quiere saber la forma de comprender el mundo por parte de un niño de dos o tres años, hay que ver los dibujos que hace. El dibujo es como una fotografía de lo que le está pasando en ese momento.
Con esta reflexión, Carlos Mauricio Galeano, coordinador del programa de primera infancia del Instituto Distrital de las Artes (Idartes), explica la importancia de la expresión artística en la primera infancia.
Así como comer, dormir o caminar, el arte se vuelve en una parte esencial de la vida del niño. No solo porque se desarrolla de manera natural o innata desde que es muy pequeño, sino porque, a medida que va creciendo, lo sensibiliza y le permite desarrollar un criterio propio y conocer diferentes puntos de vista.
“El arte es una de las expresiones naturales del bebé y el niño. Lo que los adultos entendemos como lenguaje artístico, es innato en ellos; pueden bailar, cantar, pintar, hacer una muestra que eventualmente es una imitación cercana al teatro. Es una posibilidad de expresión”, agrega Galeano.
Con esta van construyendo nuevos sentidos, prueban teorías y generan ciertas hipótesis de cómo ven y comprenden el mundo; también ayuda a la madurez del niño en sus diferentes etapas. “El arte facilita la interacción social y la optimización de algunas habilidades comunicativas, cognitivas y emocionales”, agrega Sandra Patricia Argel, asesora del programa de atención a la primera infancia de la dirección de artes del Ministerio de Cultura.
Otro punto importante es cómo se reconocen a sí mismos y, así, comienzan a comprender al otro. Según María Francisca Roldán, coordinadora del programa infantil y juvenil de formación artística de la Facultad de Artes de la Universidad Javeriana, “a través del arte el niño toma conciencia de emociones, sensaciones y conflictos interiores. (…) Genera una sensibilidad mediante la cual se abre al mundo y lo conoce; lo hace más sensible a los seres humanos que lo rodean. En la medida en que la realidad y el ser del otro nos afectan, somos más atentos a él, a sus necesidades y a sus problemas”.
También, añade, es un vehículo para el desarrollo de otras dimensiones como la atención, la concentración, la imaginación, las formas de pensamiento divergentes, la memoria, la motricidad fina y gruesa o la capacidad para mantener esfuerzos sostenidos en el tiempo.
Juego al natural
La principal recomendación para los padres es permitir que sus hijos se expresen libremente y jueguen. Cualquier iniciativa para descubrir su entorno, por más sencilla que parezca, es válida.
“Pueden ponerse la ropa de los grandes, pintarse, untarse con tierra, descubrir el rodadero (Y, por ende, que las cosas caen). Todo implica una teoría del mundo”, dice el vocero de Idartes.“¿Qué tal si, en lugar de prohibirles colorear la pared, hacemos una instalación con pliegos de papel para tener la posibilidad de construir y hacer cosas allí? Y que, si el niño quiere un perro con alas que vuele en las montañas, ¡qué bueno que pueda imaginarse un perro que pueda volar!”, afirma Sandra Argel.
El problema, agrega, es que cuando somos adultos, empezamos a querer ‘ser serios’ y siempre queremos esquematizar la situación: “Ya estamos pensando en que si baila, tiene que bailar bien; si canta, debe cantar bien. Y a veces los adultos le quitamos esa posibilidad del juego presente, de descubrir. La recomendación es que les permitan hacer sus propias construcciones. En el momento en el que el niño tenga la necesidad de ajustarse a condiciones sociales, sucederá, pero la primera infancia es la posibilidad de que ellos sean auténticos”.
Por otro lado, es importante que los padres busquen espacios que favorezcan el contacto de los niños con las diferentes expresiones artísticas. Leerles, llevarlos a ver obras de teatro, participar en talleres artísticos, etc.
Estas experiencias, dice Roldán, les permitirá desarrollar la percepción, estructurar el pensamiento, desarrollar su creatividad y estimular la fantasía e imaginación. Esto también favorece el fortalecimiento de vínculos afectivos y familiares, y la ampliación del conocimiento y entendimiento de otras culturas.