«El arte para jugar nos invita a acercarnos al arte desde un lugar menos convencional, a abandonar sólo la mirada, a animarnos a jugar, a “poner el cuerpo” y dejarnos llevar; a volver, por un momento, a la infancia y aprestarnos al disfrute lúdico junto a los más pequeños.» Por acá, les dejamos un texto de Natalia Encinas para el diario Los Andes acerca del arte lúdico y sus alcances.
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Las formas de abordar la relación entre juego, infancia y arte son diversas. Nos interesa, aquí, acceder a un espacio quizás menos explorado denominado “arte lúdico”: instalaciones, piezas, que remiten a la experiencia del juego y con ello a la infancia, en tanto proponen la interacción del público –a través del cuerpo y su acción sobre, en o dentro de las mismas obras-, contacto a través del cual la obra adquiere su sentido pleno.
Se trata de una categoría cuyos antecedentes podemos reconocer en la obra de artistas que durante 1960 y 1970 recurrieron a algunas reglas o pautas lúdicas para la creación artística.
En la actualidad, el arte contemporáneo, de fronteras desdibujadas entre las distintas tradicionales y la apertura hacia nuevas concepciones de la obra de arte, permite el despliegue el “arte lúdico”, que tiene representantes en distintas partes del mundo. En Argentina, la artista plástica mendocina Silvia Bove es una de las precursoras en este tipo de obras y con sus exposiciones ha recorrido distintos museos del país. A ella se suman otras artistas locales que incursionan en la creación de obras de arte para jugar como Patricia “Pata” Luján Williams.
El arte para jugar nos invita a acercarnos al arte desde un lugar menos convencional, a abandonar sólo la mirada, a animarnos a jugar, a “poner el cuerpo” y dejarnos llevar; a volver, por un momento, a la infancia y aprestarnos al disfrute lúdico junto a los más pequeños.
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Lo lúdico en el arte
El filósofo George Gadamer abordó en un uno de sus libros, dedicado al pensamiento estético, la relación entre arte, juego y fiesta. “El juego es una función elemental de la vida humana” afirmó contundente, señalando que es imposible pensar la cultura humana sin un componente lúdico. Gadamer entiende al juego como movimiento y advierte que siempre el jugar exige un “jugar-con”; del juego “se participa”, no meramente se contempla.
Así, señala que el arte es un juego en el que todos participamos, no hay una separación inicial entre la obra y quien la experimenta. El arte sería entonces “un proceso de construcción y reconstrucción continuas. La obra es producto del juego, deja siempre un espacio de juego que hay que rellenar”.
A partir de estas reflexiones sobre el elemento lúdico que formaría parte de todo proceso de creación artística, podemos pensar en algunos artistas que durante los ‘60 y ‘70 fueron “más allá” e incorporaron explícitamente algunas pautas lúdicas para la creación artística, proponiendo al público un rol activo, diferente al de la contemplación o mera expectación de la pieza. Adentrándose en instalaciones, tocando objetos estéticos que a partir de su acción cobran movimiento, ingresando y haciendo participar al cuerpo en piezas escultóricas, estas obras se constituyen en función de la interacción con su receptor. En dicho movimiento, en ese “participar” es que el sentido del juego, las referencias a lo lúdico, aparecen de forma explícita. La obra ya no está ahí para ser contemplada sino, fundamentalmente, para participar de ella. Aquí podemos rastrear la base del “arte lúdico” contemporáneo que, decididamente, remite e invita a lo lúdico en su sentido más literal y radical.
Silvia Bove, artística plástica mendocina que ha estudiado en profundidad el tema, nos ayuda a reconstruir la historia de los antecedentes de esta categoría. La “documenta” es una de las exposiciones de arte contemporáneo más importantes del mundo y en su edición número 5 de 1972 le otorgó un espacio trascendental al juego. Los Happenings (en los que la acción del público dirigida por el artista es central a la obra), el grupo Fluxus (cuyos integrantes se declararon contra el arte comercial y la separación entre artistas y espectadores y propusieron un arte “entretenido”), la obra “La Menesuda” de Marta Minujín y Rubén Santantonín (Instituto Di Tella, 1965), la Bienal de Venecia de 1970, el artista mendocino Marcelo Santángelo, las “obras penetrables” del artista Soto Jesús Rafael, el GRAV (Grupo de Investigación de Arte Visual) que integró Julio Le Parc en la década del ‘60 en Francia (grupo que propuso una experimentación óptica, cinética y táctil de los objetos), son algunos de los antecedentes que la artista le reconoce al “arte lúdico” actual.
Es interesante destacar las producciones de dos artistas mendocinos. Julio Le Parc, aunque sus creaciones hayan tenido lugar en el exterior, nos referiremos a una experiencia puntual: las “Sala de Juego” (Salle de Jeux) que el artista llevó a cabo desde la década del ‘60. Por esos años Le Parc creaba obras cinéticas –algunas con y otras sin motor- en base al principios de la participación física del espectador para generar movimientos. “Se trataba de juegos con elementos para manipular”, señala el artista al respecto en su página web.
No queremos dejar de detenernos, en este recorrido hacia el “arte lúdico” contemporáneo, en las experimentaciones de Marcelo Santángelo, quien aunque no nació en Mendoza, se desarrolló aquí como artista. Hacia 1964 Santángelo llevó a cabo una serie de pinturas de módulos intercambiables cuyo objetivo era también la participación activa y física del espectador en la construcción de la obra.
Estas experiencias estéticas rompen con la tendencia preponderante de la obra para ser contemplada, de algún modo la “desacralizan” y cambian radicalmente su estatus y el del público. A partir de allí, en múltiples expresiones, a través de diversos autores y propuestas, el arte nos invita frecuentemente a jugar con él.
Arte contemporáneo para jugar
«En la actualidad tienen lugar en distintas partes del mundo experiencias que proponen definitivamente un “arte lúdico”, que convocan a los espectadores –tanto niños como adultos- a jugar con las obras, sumergirse en ellas, tocarlas, moverse dentro de las mismas».
Se trata de piezas que además, generalmente, remiten desde lo formal, los colores y lo material, a lo lúdico. El artista brasileño Ernesto Neto es uno de los referentes internacionales en esta categoría. Él crea grandes esculturas con materiales blandos como telas, redes y cuerdas, construidas para que el público las experimente corporalmente. En febrero de este año el Museo Guggenheim Bilbao presentó la muestra Ernesto Neto: El cuerpo que me lleva, una retrospectiva dedicada a sus instalaciones de gran tamaño cuyas imágenes pueden verse –e incluso recorrerse virtualmente en internet.
Otra caso es el Martin Creed es un artista británico que ha realizado una serie de instalaciones con globos o pelotas dentro de un espacio físico propuesto para ser recorrido por el público. Las pelotas remiten al juego, al movimiento, otorgándole a las instalaciones un interesante sentido lúdico.
En tanto que la artista Nike Savvas también realiza impactantes instalaciones con pelotas suspendidas, creando con ellas propuestas artísticas que también recuperan el sentido del juego.
Aunque estas obras no se dirigen particularmente al público infantil, por su revalorización de lo lúdico podríamos decir que recuperan y remiten a la infancia a través de uno de sus aspectos característicos como es el juego.
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Objetos artísticos lúdicos: la experiencia local
Silvia Bove es artista plástica e indaga desde la investigación las relaciones entre arte y juego, las que aborda también a través de la producción con su proyecto “Arte y juego: estimulación artística” en el que crea objetos lúdicos de estimulación artística para ver, tocar, crear y jugar.
Silvia es una apasionada de la temática, a la que ha dedicado muchas de sus energías y creatividad, convirtiéndose en una de las referentes del “arte lúdico” no sólo de la provincia sino también del país. La artista cuenta que llegó a estas piezas por diversos caminos: “A mí el arte me cambió la vida, me hace feliz, me divierte, me apasiona y esas sensaciones intento transferirlas al espectador, que sienta igual o más que yo. El medio que utilizo es el juego, que es universal a todos los seres humanos. Investigué para mis piezas con diversos materiales hasta dar con la tela y sus diversas posibilidades expresivas. Apelo a formas simples recurriendo a un modulo de repetición, el punto la línea y el plano como elemento geométrico de construcción artística, fabricando aros, cilindros formas blandas rellenas con diversos materiales, algunos más pesados como la lana, otros más livianos como el vellón, otros como micro esferas de telgopor. El espacio participa de la obra, ya que es una instalación artística donde el espectador trabaja distintas acciones tales como encastrar, enhebrar, tramar, tensionar, liberar el peso corporal, estar adentro o afuera del objeto, moverlo por el espacio, modificarlo individual o colectiva e ilimitadamente”, explica. Sus obras son de grandes dimensiones, ocupan el espacio horizontal y verticalmente, algunos objetos tienen ruedas, en otros la artista utiliza soportes rígidos, las piezas poseen diversas texturas, pesos, formas. Los colores son vibrantes, plenos, e invitan a las personas a zambullirse en ellos.
Silvia explica que sus obras lúdicas están pensadas para todo público, pero que son sobre todo los niños los más permeables a jugar: “Los chicos poseen las condiciones naturales para tomar contacto sin intermediarios, pero los objetos lúdicos están pensados para todas las edades, incluso los adultos, y aspiro en cada nueva construcción a que niños y adultos trabajen en simultaneidad y, de ser posible, colectivamente con otros que comparten el espacio. Lo que les pasa a los niños cuando se enfrentan a mis trabajos es algo maravilloso y a la vez natural, en muy pocas ocasiones media una explicación, simplemente se zambullen en el universo lúdico y construyen y de- construyen espacios, historias, momentos, y acciones que nunca se repiten. A los adultos les cuesta más tomar contacto con los elementos, hay que invitarlos a romper el espacio virtual, pero finalmente ellos en como los niños se involucran, logran interactuar y la relajación y el intercambio entre abuelos y nietos, padres e hijos, hermanos, amigos o familia en general se produce”.
Patricia Luján Williams es otra de las artistas locales que ha incursionado en esta categoría a través de un happening –que realizó en dos ocasiones y planea volver a llevar a cabo- al que denominó “Mansa Pata” y que tiene como principales destinatarios a los niños. “Esta exposición surgió de una muestra plástica para chicos que después se transformó en objetos y mundos tridimensionales. El formato de la exposición va a ir variando siempre ya que voy a seguir trabajando con intervenciones multidisciplinarias para los chicos. Algunas de las obras son: un mundo fluo con personajes, planetas y objetos para tocar, mover y hasta almohadones para jugar. Otra, son tachos intervenidos con imanes gigantes para que los chicos puedan armar sus propios cuadros/mundos usando los personajes de mis cuadros. La idea es siempre que haga un evento varíen los disparadores creativos, los objetos que motivan a los chicos a que creen”, detalla Patricia. Sus piezas también “estallan” de color y con materiales blandos y maleables también convocan a la experimentación.
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En cuanto al lugar que ocupan este tipo de obras en el arte contemporáneo y en nuestro país en particular, Silvia Bove reflexiona: “Arte y juego como concepto de arte contemporáneo no es nuevo, pero sí poco explorado y es necesario la participación de muchos artistas para naturalizarlo. El concepto de arte lúdico en la actualidad integra diversas disciplinas y lenguajes estéticos, teatro, danza, objeto, literatura, música, entre otros. Pienso que en Argentina nos queda un largo camino por recorrer, muchos lo ven como peloteros artísticos, y eso me da a entender que se subestima al juego o se lo separa del arte. En otros lugares del mundo desde hace varios años existen espacios destinados exclusivamente al arte y al juego en museos, centros culturales, hoteles, plazas…”.
En todo caso, la invitación está hecha. El arte propone, ya no sólo a contemplarlo, sino jugar con él, volver a la infancia, revalorizar lo lúdico y animarnos a renovadas experiencias estéticas.